miércoles, 3 de agosto de 2011

Ha llegado el momento.

Han pasado ya 10 años y recuerdo como si fuese ayer el primer paso por el quirófano, fue para crear mi fístula artereovenosa, utilizaron anestesia local y fue una de las sensaciones más extrañas que he sentido nunca, notaba como cortaban, como ponían, cuando terminaron, las grapas, lo más curioso que paso fue cuando uno de los cirujanos le dijo al otro "que hago con este trozo de vena" y el otro respondió "eso ya no vale, tíralo", yo al otro lado de la sábana no lo podía creer "pero que dice este tío, ¡que tire un trozo de vena!¡mi vena!", estaba tan acojonado que no tuve valor de preguntar.

En el proceso de maduración de la fístula el brazo pasó por todos los colores y se puso como el del "Chuarchel", en aquella época trabajaba de cortador textil de ropa de hogar y en cuanto me quitaron las grapas pedí el alta e iba a trabajar utilizando solo un brazo, podría haber seguido de baja pero fue una tónica habitual en lo largo de toda la enfermedad el tener que hacer todas las cosas habituales que hacía, y trabajar era lo máximo, cada día que iba a trabajar era un victoria, sobre este tema ya escribiré más en otro momento.



Ha sido, es una buena fístula, con ella he tenido un acceso vascular inmejorable para dializarme consiguiendo grandes volúmenes de hemofiltración, otro momento importante fue cuando mi enfermera y amiga Rachel me enseño a pincharme yo solo, si alguien que esté en diálisis lee esto le garantizo que aprender a pincharse uno mismo es lo mejor que puede hacer y os aseguro que no había nadie más cagón que yo con las agujas desde ese momento empecé a ir relajado a las sesiones.

Son 10 años con ella pero su función ya no es necesaria y toca el momento de jubilarla.